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Sin Eduardos Kucharskis, no hay Paus Gasoles

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El baloncesto empezó con la gente montando sus propias canastas para jugar. Un tablero pegado a un poste. Aquello era fatal, la gente se golpeaba con el poste cuando querían entrar a canasta. Luego lo separaron. Se habilitaban garajes y azoteas de edificios para jugar. Más tarde recuerdo que después de canasta se hacía salto y claro, en los Mundiales los americanos no no daban opción a hacer nada porque siempre lo ganaban y volvían a tener el balón. También llegaron los tres segundos en la zona. Antes los hombres altos buenos, que no había muchos” en los 40 y 50 “lo tenían muy fácil porque nuestros pívots eran bajitos y sólo tenían que esperar cerca del aro para recibir la pelota y anotar una y otra vez haciendo la misma jugada siempre”. Palabras de la primera estrella que brilló en el baloncesto español en 1941, Eduardo Kucharski.

Temporada 1946-47, Barcelona campeón del campeonato de España con Kucharsky que luce el número 11 (Foto: http://veteransbasquetfcb.com)
Razón no le falta, incluso los especialistas y apasionados del deporte de la canasta llegamos a conocer con detalle los 80 y 90 y destellos de los 70 y 60 pero ¿realmente conocemos la historia de la pelota naranja?, ¿y la de la marrón?, esa que botaba y botaba Kucharski sin parar “también botaba las de tenis y las de fútbol. Cualquier cosa servía en esos tiempos. Jugué al baloncesto por casualidad en mi colegio, el Laietà (primer club de baloncesto en la historia de España). La gente no entiende que para conocer el baloncesto de ahora se ha necesitado de una evolución de muchos años en la que mucha gente ha contribuido” se lamenta ‘Kuchi’ desde su retiro en Valldoreix, uno de los encantadores pueblos que abrazan a Sant Cugat.

Nuestro protagonista nació en 1925, cuatro años después de que el que el Laietà, que le diera la oportunidad de jugar en máxima categoría, hubiese hecho historia por haber organizado el primer partido de baloncesto oficial de la historia de nuestro deporte.  “Tenía 15 años y, a mí y a otros jóvenes, nos dieron la oportunidad de jugar con el equipo senior porque los jugadores que habían no eran buenos y tampoco estaban muy por jugar. Resultó que ganamos al Real Madrid y Barcelona y fuimos campeones del campeonato de España. Sorprendimos a todos. El club nos regalaba alpargatas para jugar. Cuando venía un portaaviones americano y nos ofrecían jugar partidos, a veces jugábamos en el mismo barco y claro, siempre intentábamos negociar para conseguir zapatillas y algún chándal. Aquello era lo máximo para nosotros. Los clubes no podían pagar a sus jugadores. De hecho, al Español lo sancionaron sin jugar una temporada porque su presidente les compró gabardinas a sus jugadores”. La siguiente temporada serían subcampeones tras caer con el Barcelona pero la siguiente recuperarían el título, esta vez contra Real Madrid, batiendo a los blancos por un claro 32 a 18. Kucharki sólo tenía 19 años pero él solo anotó más puntos que todo el conjunto capitalino, tantos como 23. “Siempre jugué de alero porque tenía buen tiro, pero también actuaba de base, no como ahora. Yo me colocaba en un lateral de la pista y desde ahí mandaba” narra.

Eduardo Kucharsky protesta una jugada en la banda
Como entrenador fue el primero en salir fuera de las fronteras españolas para fichar por un grande, la Virtus de Bolonia. Allí jugaría durante tres años, de 1960 al 63. “Fue mi primer contrato profesional, me ficharon tras la Olimpiada de Roma (ganada por la EE.UU de Oscar Roberson y Jerry West). En Bolonia se jugó el preolímpico en el que sólo podían clasificarse tres equipos. Nosotros quedamos segundos. Parece que a los directivos de la Virtus le gustó cómo jugábamos porque vinieron a verme y me ficharon. No recuerdo lo que gané, pero comparado con lo que se debe ganar ahora sería una cantidad irrisoria. Sin embargo, fue como estar tres años de vacaciones porque me permitían sólo dedicarme al baloncesto. Me llevé a mi familia conmigo, claro. No fuimos campeones pero sí quedamos subcampeones” dos veces."La primera temporadabatimos al máximo y más fuerte de los rivales, el Simmenthal de Milán pero luego, en la final, perdimos con el Ignis Varese. Por aquel entonces aún no habían americanos, al menos en mi equipo. Tampoco recuerdo americanos en la liga, creo que llegaron luego”.

Eduardo sufre, desde hace años, una severa degeneración de retina “sólo veo sombras” aunque aún sigue el baloncesto pero... ¿cómo? “se pone pegado al televisor”, explica su hijo, Eduardo Kucharski jr., quién también jugó en la máxima categoría del baloncesto español: “entre otros, jugué en el Cotonificio”. Mientras, su padre insiste: "debería conocerse mejor toda la historia del baloncesto sólo se conoce la ACB y algo más atrás, Carlos, espero que con vuestro libro eso cambie”. Con orgullo asiento como si pudiera verme con claridad. “Claro que sí Eduardo, sin usted y sus compañeros no habrían habido Paus Gasoles. Por cierto, a él sí lo vio jugar ¿no? ¿se imagina haber jugado en su equipo con él?” -le pregunto-. “No lo conozco en persona pero sí que lo vi. Impensable, los jugadores altos de hoy en día corren como ardillas. La gran mayoría de los jugadores de mi época que eran muy altos eran muy torpes y algunos, con perdón, también muy tontos”, me responde. Cuando él decidió cortar su vinculación con el baloncesto definitivamente, “fue cuando llegó Nuñez al Barça”, Marisa y Agustí planificaban tener un pequeño, se llamaría Pau.

Eduardo Kucharsky, pensativo (Foto: Solobasket.com/José Martos)
Para despedirse, Kucharski intenta levantarse del sofá, allí parece pasar bastante horas, y un importante hueco denota su gasto lo que le dificulta más su incorporación. No obstante, en un principio declina la ayuda de su hijo, y la mía, y con un esfuerzo casi titánico llega a medio camino, el resto, con resignación permite que le asistamos nosotros. "Eso es por haber hecho tantos mates cuando era jugador", le digo por endulzar el momento. "En mi época nadie hacía mates", sonríe y continúa con su habitual energía y buen carácter: “Llámame cuando quieras, tengo miles de anécdotas que contarte, pero no esperes mucho” medio bromea. Luego se sube a su coche, y ahora, fuera chistes, y se desplaza a la casa de en frente que anda a unos pocos metros. Sin salir a la vía pública, dentro del mismo recinto. José Martos, el cámara, y yo, nos quedamos perplejos, Tiene calculado los metros. Ahora entiendo por qué las metía casi sin mirar en aquellas épocas en las que casi no se entrenaba. Menudo crack.

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