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Sin Marcel.lís Maneja, no hay Sergios Rodríguez

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19/02/2014 - 18:30

El pasado martes 4 de febrero teníamos una nueva cita con la historia viva del baloncesto: Marcel.lí Maneja i Granell (1921, Hospitalet de Llobregat). Llegamos al lugar del encuentro y, -la misma localidad donde nació nuestro protagonista-, mientras el ascensor va elevándose me invaden mil pensamientos. A mí lado, las miradas cómplices de mis compañeros Adrián González y Lluis Puigtió.

Marcel Maneja charla con el equipo de Solobasket: Carlos Jiméez y Adrián González (Foto: Solobasket.com/Lluis Puigtió)
Siempre fui un loco del baloncesto pero es como si antes de los 80 me hubiera invadido una especie de nada. Entre neblina vislumbraba información salteada de grandes acontecimientos así como un puñado de nombres propios. Eso ha cambiado por completo con la ‘construcción’ del libro “Historia del Baloncesto en España”. Después de visitar a otra leyenda del baloncesto español como Eduardo Kucharski tocaba otro maestro, éste, aún más longevo: "La Flecha". He de confesar que por mucho trabajo que me está acarreando pasar por esta especie de tesis del baloncesto no noto el esfuerzo. El camino que estoy recorriendo está siendo un plato exquisito.

Maneja es el único superviviente conocido que jugó en la máxima competición española antes de la guerra civil. Él formó parte del inicio del baloncesto. Empezó a practicarlo en el Atlético Baloncesto Júnior de Hospitalet en 1933 para dos años más tarde jugar en el primer equipo. Con su entonces 1.67 de altura y poco más de 60 kilos, -no lo quisieron de portero porque era bajo y fue a parar al deporte de la canasta. El mundo al revés-, fue pionero del ‘showtime’ en el baloncesto cuando, seguramente, ese concepto estaba a varias décadas de existir en el mundo. Lo que leen. En breve entenderán.

Nos espera cálidamente su familia en el recibidor; su hijo Ciscu y su nieta Montse. El piso es de Marcel.lí. Sí, a sus 93 años vive solo y es muy autónomo: “me cocino yo y voy a comprar yo aunque a veces me ayudan y me echan un poco la bronca porque llevo mucho peso”, me apuntaría pocos minutos después de estrecharnos la mano. Nos estaba esperando como un clavo en el comedor. Inquieto,contento y emocionado. Iba a charlar de baloncesto con gente de baloncesto. “Hacéis muy bien escribiendo un libro sobre la historia del baloncesto. Hoy en día hay muy poca gente que conozca lo que pasó durante tantos años. Pero claro, hace tanto que se jugaba al baloncesto… pero pensad una cosa, seguramente fui el primero que empecé a hacer malabarismos con el balón en los partidos. Espero que eso haya contribuido al baloncesto hoy de alguna forma” nos cuenta.

Marcel.lí Maneja nos cuenta cómo era el baloncesto en los 30, 40, 50 y... 60 (Foto: Solobasket.com/Lluis Puigtió)

A él poco le importaba que por edad nos separaran más de medio siglo; así somos la gente de ésto. De aquel primer contacto tuve un gran feeling. Me pareció una persona muy especial. De esas que saben disfrutar de sus pasiones y de cualquier reto porque las viven al margen del tiempo. “A los noventa decidí dejar de venir andando desde Plaza España. Ya estoy mayor” bromea. “Pero las he hecho más gordas. Cuando jugaba en el Joventut iba muchas veces de Hospitalet a Badalona en bicicleta. Pensar que eso lo hacía después de una dura jornada laboral de 10 o 12 horas. Yo trabajaba en el sector del téxtil. Después de un entrenamiento podías volver en taxi y tardaba 20 minutos en llegar a casa pero eso sólo se solía hacer cuando la gente perdía el tranvía porque era muy caro. El tranvía tardaba una hora. Recuerdo que una vez que tomé el tranvía tras un entrenamiento. Mientras me dirigía a mi destino oí que me llamaban. Era Kucharski y todos estos, que precisamente iban en un taxi. Recuerdo que me dijeron que fuera con ellos y así lo hice pero sin que el tranvía parase. Abrieron la puerta de atrás del coche, que entonces se abrían en sentido contrario, y salté. Me agarré al techo como pude y para dentro” narra excitado y entre sonrisas.

Durante estos años, había oído hablar de él y había estado en algún homenaje. Sabía de sus logros e, intuía, lo que podía haber destacado en aquellos años 30 y, sobretodo, 40 cuando casi no había testimonios. “Fue mi ídolo. Su forma de jugar era espectacular, incluso ahora que lo piensas desde estos tiempos. Piensa que jugaba en unas condiciones muy difíciles. Campos de tierra y con material muy poco adecuado para hacer deporte. Al principio usaba espardeñas. Sin embargo Marcel.lí fue un adelantado a su tiempo. Ya hacía malabarismos con el balón. Todo el mundo quería verlo jugar” me explica otro mítico, ‘Nino’ Buscató. 

Marcel Maneja vuela hacia canasta ¿estamos en los años 40? (Foto: Archivo MM)
Las fotos, testimonios y vídeos me transmiten que fue un jugador con carisma, muy veloz y un verdadero líder en la cancha. Transgresor en su estética y  juego; más en aquellos tiempos. Pelo largo, un pañuelo en la frente convertido en una especie de cinta cuando nadie lo utilizaba. Pases por la espalda. Pases en sentido contrario a donde miraba. También era un gran atleta: “saltaba desde la línea de tiro libre y acababa la bandeja. Suerte que tengo fotos, si no, ahora nadie me creería” dice finalizando con una carcajada. Y a eso le sumaba un dominio del bote con ambas manos insólito para su época y posteriores. Dribling con cambio de mano y ritmo. Ya se pasaba el balón por detrás o entre las piernas. Nadie le enseñó aquello. “Los entrenadores no tenían mucho conocimiento, eran como delegados. El mío me gritaba y me decía 'Marcel.lí, no hagas eso que dejas en ridículo a los contrarios. Es una falta de respeto' pero yo no sabía jugar de otra forma” asevera MM. Sus dotes no pasaron desapercibidas y en 1936, junto a otros jugadores de la cantera como Francesc Rodón, empezó a jugar con el primer equipo. “Jugué durante toda la temporada con ellos, también con el segundo equipo sénior y con los de mi edad pero en la fase final del campeonato yo no viajé a Madrid porque sólo podían viajar 7 jugadores. No había dinero para más y decidieron llevar a Rodón antes que a mí. Me dijeron que ya tendría tiempo de jugar otras finales y viajar. Luego vino la guerra y de viajar por España nada de nada durante los 3 años que duró. Fue duro pero la verdad es que aunque Rodón y yo estábamos a punto de cumplir los 15 años, él estaba mucho más formado y fuerte que yo” confiesa.

El AB Junior no se clasificaría para la final donde el Club Rayo de Madrid le arrebataría al Société Sportive Patrie el título, -que provenía de la colonia francesa de Barcelona-,  por un ajustado 23 a 20. Marcel.lí nos explica que en el equipo catalán jugaba un jugador que le fascinaba por su forma de jugar. Se llamaba Raoul Arnoud y era francés. ¿Hablamos ya del primer peldaño? “Me gustaba mucho como jugaba. Yo era más joven y era en quién me fijaba. Quería ser como él. Tan rápido. El tiempo me dio la oportunidad, posiblemente, de ser mejor que él”. Lo cierto es que Arnoud no tuvo suerte. La guerra civil estalló justo 2 meses después de aquella final y tuvo que emigrar a Francia. El baloncesto se acabó para él en España. Junto a él, sus compañeros Juan Henry y Armando Maunier. “No sé qué fue de ellos. Tan sólo coincidí con Maunier cuando en el 41 jugamos un amistoso en Toulouse porque vino a vernos. Ya estaba retirado. Creo que Arnoud habría sido un jugador importante en la liga española y el SS Patrie un equipo importante si no hubiera habido la guerra de por medio”. Allí también jugaba otro personaje decisivo en la historia del baloncesto, Fernando Font.

Lo cierto es que a Marcel.lí tampoco le ayudó la guerra ya que la competición nacional se cerró a sus pies durante los 3 años de su duración. Más tarde, otros factores que le condicionarían serían sus obligaciones laborales. En los talleres "Albert Hermanos", donde era encargado, le amenazaron por su petición de acudir con la selección a eventos internacionales y faltar al trabajo. Marcelí no llegó a disputar ningún Mundial ni Europeo. “En una ocasión llegaron a enviar a un representante del régimen para obligar al dueño de mi fábrica a que me dejara jugar algunos partidos amistosos internacionales y claro, aceptó. Pero cuando marchó me me dijeron enfadados que si lo volvían a enviar acabarían despidiéndome. De todas formas, también jugaba en la posición de Fernando Font y yo creo que eso a él siempre le incomodó e hizo que no cuajara una gran relación entre nosotros. Él, que fue seleccionar, optó por luego no llevarme. En el fondo me hacía un favor porque yo necesitaba el trabajo y la posibilidad de poder ir a jugar me tentaba mucho”.

Diario del Mundo deportivo de los 40 resaltando la paliza a contrapronóstico a los suizos del Geneve Sport por parte de Maneja y los suyos
Sin embargo, en aquel amistoso de Toulouse de un 7 de marzo de 1943 en el que perdieron por un punto ante Francia “jugué muy bien y cuando acabó el partido no paré de firmar autógrafos a los aficionados franceses. Mis compañeros, esperaban ya en el autobús” relata Maneja que además firmó 7 puntos. Allí precisamente le pusieron el apodo de “La Flecha”. Nuestro protagonista llamaba la atención allá donde iba. En Bruselas llegaron a dudar si aquellos pases que daba sin mirar con tal precisión eran a propósito o fruto de la casualidad. Eran otras épocas y aquel jugador tan rápido hacía cosas tan novedosas jugando al baloncesto que hasta los más crédulos dudaban de su talento porque no creían lo que veían. Entonces no se daban premios por falta de seguimiento, pero fue considerado por varios diarios y gente del mundo del baloncesto de esos tiempos como el mejor base de Europa a pesar de haber jugado tan sólo cuatro partidos con la seleción española y otros tantos con la catalana contra equipos internacionales.

En Ginebra, después de que años atras la selección se alzara con una medalla de plata, jugó un torneo con la selección catalana. Allí le dio una paliza  por 28 a 11 al Urania Geneva Sport. Entonces Suiza era una de las potencias en baloncesto de Europa. Según una edición del Mundo Deportivo, el delegado equipo subcampeón suizo dijo que jugaron mucho "más rápido, ágil y con más coraje" que el combinado español que participó en aquel histórico primer Europeo de 1935 en el que España fue plata. Sobre Maneja el entrenador suizo Luciri aseveró que "era algo increíble". Explica Jorge Fabra en aquella crónica que la gente se levantaba de los asientos aplaudiendo por el buen juego del combinado que lideraba el bueno de Marcel.lí que no salió de inicio y revolucionó el partido. En otro partido, en Bruselas, volvió a exhibirse y el diario belga “Les Sports” no dudó en tildarlo como "El pequeño Globetrotter".

Marcel Maneja defiende a Marcus Haynes, primer Globetrotter en entrar en el Hall of Fame y en el que se inspiraron leyendas como Bob Cousy o Pete Maravich (Foto: Archivo MM)
Y Marcel.lí sigue narrando: “con la selección española llegué, incluso, a jugar contra los Globetrotters. No consiguieron quitarme ni un balón a pesar de que eran una bestias físicamente en comparación con nosotros. Acabé con un brazo amoratado pero el balón siempre fue mío”. Fue el 16/7/1952 en Barcelona, en el extinto Palau del Deporte, que también servía de canódromo. Tras un esperanzador empate de 12 a 12 pasaron a ser superados con claridad. “Diría que perdimos por unos 18 puntos pero no recuerdo con exactitud” apunta Marcel.lí. Los jugadores más destacados eran Reece ‘Goose’ Tatum, Marcus Haynes (primer Globetrotter en entrar en el Hall of Fame), Nat "Sweetwater" Clifton o Johnny ‘Jumpin’ Wilson, este último apodado así en el instituto por ser el único jugador que hacía mates en dicha competición colegial. Por parte de la selección española Bassó, Oller, Massaguer, Brunet, Kucharski, Ferrando y el nacionalizado Willo Galindez acompañaron a nuestro héroe en tan emocionante acontecimiento. Doy por hecho que Maneja soñó alguna vez con viajar por el mundo con los Globetrotters.

Otra situación que le privó de haber exhibido más su juego fue no fichar por otro grande de la época después de dejar el Español en 1943, donde 3 años antes había sido campeón. El Barcelona ya le había intentado fichar anteriormente y esta vez volvió a no entenderse con él, ni él con ellos. Eran otros tiempos. Marcel.lí se decidió por un club vecino: el Centre Católic de Hospitalet. “El Barcelona estaba interesado en mí pero se pusieron en contacto tarde. En el Catòlic insistieron mucho. Vino a convencerme el cura, el presidente y mi antiguo profesor de la escuela. Me acababa de casar, así que les dije que si me pagaban el dormitorio fichaba por ellos. Y así fue”. Marcel.lí se quedó tres años y aunque compitió entre los mejores, el Barcelona fue quién reinó en esos años.

En 1946 por fin vuelve a fichar por un club de mucho futuro, un tal Joventut de Badalona, donde formaría una tripleta letal junto a Andreu Oller y Eduardo Kucharski pocos años después. El 'Huracán verde' les llamarían por su forma rápida y atractiva de jugar ¿les suena? Junto a ellos el pequeño Maneja tumbaría al Real Madrid contrapronóstico, como pueden ver en el fragmento del vídeo que les he insertado y que montó mi compañero Dani Marzo y Shakira Bagan. Fue en la final de Burgos del 48. El resultado final se congeló en 41 a 32 con 12 tantos de Maneja “aunque a mí me gustaba más dar asistencias que anotar” confiesa.

En el 53, coincidiendo con su último año, se hizo con un nuevo campeonato. No obstante, ‘La Flecha’ ya estaba muy limitada con un menisco fracturado. Estaba a punto de cumplir 32 años. “Fue bonito despedirme ganando un título con el Joventut. Luego, el club ha seguido portándose muy bien conmigo. Les estoy muy agradecido. Las Federaciones Española y Catalana también me reconocieron en su momento. Tengo una medalla al mérito deportivo. Antes de morirse, Franco me envió una carta felicitándome por mi carrera pero ya no existe, la rompimos”. Ciscu, su hijo, le mira con complicidad.

Marcel.lí Maneja posa en plan jugón un balón (Foto: Solobasket.com/Lluis Puigtió)
Lo dicho. Eran otros tiempos. Pero a éste que escribe estas líneas, nunca le abandonará el convencimiento de que Maneja, en otro momento, en otra época, habría sido un fijo en la selección y una estrella en Europa. Y lo más importante, un abanderado llevando el espectáculo a muchas pistas de baloncesto, antídoto esencial para generar amantes de este deporte.


Marcel.lí, es usted un jugón y ¿sabe qué? A sus 93 años sigue sin poder disimularlo.

  
 


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