El pasado martes 4 de febrero teníamos una nueva cita con la historia viva del baloncesto: Marcel.lí Maneja i Granell (1921, Hospitalet de Llobregat). Llegamos al lugar del encuentro y, -la misma localidad donde nació nuestro protagonista-, mientras el ascensor va elevándose me invaden mil pensamientos. A mí lado, las miradas cómplices de mis compañeros Adrián González y Lluis Puigtió.

Maneja es el único superviviente conocido que jugó en la máxima competición española antes de la guerra civil. Él formó parte del inicio del baloncesto. Empezó a practicarlo en el Atlético Baloncesto Júnior de Hospitalet en 1933 para dos años más tarde jugar en el primer equipo. Con su entonces 1.67 de altura y poco más de 60 kilos, -no lo quisieron de portero porque era bajo y fue a parar al deporte de la canasta. El mundo al revés-, fue pionero del ‘showtime’ en el baloncesto cuando, seguramente, ese concepto estaba a varias décadas de existir en el mundo. Lo que leen. En breve entenderán.
Nos espera cálidamente su familia en el recibidor; su hijo Ciscu y su nieta Montse. El piso es de Marcel.lí. Sí, a sus 93 años vive solo y es muy autónomo: “me cocino yo y voy a comprar yo aunque a veces me ayudan y me echan un poco la bronca porque llevo mucho peso”, me apuntaría pocos minutos después de estrecharnos la mano. Nos estaba esperando como un clavo en el comedor. Inquieto,contento y emocionado. Iba a charlar de baloncesto con gente de baloncesto. “Hacéis muy bien escribiendo un libro sobre la historia del baloncesto. Hoy en día hay muy poca gente que conozca lo que pasó durante tantos años. Pero claro, hace tanto que se jugaba al baloncesto… pero pensad una cosa, seguramente fui el primero que empecé a hacer malabarismos con el balón en los partidos. Espero que eso haya contribuido al baloncesto hoy de alguna forma” nos cuenta.

A él poco le importaba que por edad nos separaran más de medio siglo; así somos la gente de ésto. De aquel primer contacto tuve un gran feeling. Me pareció una persona muy especial. De esas que saben disfrutar de sus pasiones y de cualquier reto porque las viven al margen del tiempo. “A los noventa decidí dejar de venir andando desde Plaza España. Ya estoy mayor” bromea. “Pero las he hecho más gordas. Cuando jugaba en el Joventut iba muchas veces de Hospitalet a Badalona en bicicleta. Pensar que eso lo hacía después de una dura jornada laboral de 10 o 12 horas. Yo trabajaba en el sector del téxtil. Después de un entrenamiento podías volver en taxi y tardaba 20 minutos en llegar a casa pero eso sólo se solía hacer cuando la gente perdía el tranvía porque era muy caro. El tranvía tardaba una hora. Recuerdo que una vez que tomé el tranvía tras un entrenamiento. Mientras me dirigía a mi destino oí que me llamaban. Era Kucharski y todos estos, que precisamente iban en un taxi. Recuerdo que me dijeron que fuera con ellos y así lo hice pero sin que el tranvía parase. Abrieron la puerta de atrás del coche, que entonces se abrían en sentido contrario, y salté. Me agarré al techo como pude y para dentro” narra excitado y entre sonrisas.
Durante estos años, había oído hablar de él y había estado en algún homenaje. Sabía de sus logros e, intuía, lo que podía haber destacado en aquellos años 30 y, sobretodo, 40 cuando casi no había testimonios. “Fue mi ídolo. Su forma de jugar era espectacular, incluso ahora que lo piensas desde estos tiempos. Piensa que jugaba en unas condiciones muy difíciles. Campos de tierra y con material muy poco adecuado para hacer deporte. Al principio usaba espardeñas. Sin embargo Marcel.lí fue un adelantado a su tiempo. Ya hacía malabarismos con el balón. Todo el mundo quería verlo jugar” me explica otro mítico, ‘Nino’ Buscató.

El AB Junior no se clasificaría para la final donde el Club Rayo de Madrid le arrebataría al Société Sportive Patrie el título, -que provenía de la colonia francesa de Barcelona-, por un ajustado 23 a 20. Marcel.lí nos explica que en el equipo catalán jugaba un jugador que le fascinaba por su forma de jugar. Se llamaba Raoul Arnoud y era francés. ¿Hablamos ya del primer peldaño? “Me gustaba mucho como jugaba. Yo era más joven y era en quién me fijaba. Quería ser como él. Tan rápido. El tiempo me dio la oportunidad, posiblemente, de ser mejor que él”. Lo cierto es que Arnoud no tuvo suerte. La guerra civil estalló justo 2 meses después de aquella final y tuvo que emigrar a Francia. El baloncesto se acabó para él en España. Junto a él, sus compañeros Juan Henry y Armando Maunier. “No sé qué fue de ellos. Tan sólo coincidí con Maunier cuando en el 41 jugamos un amistoso en Toulouse porque vino a vernos. Ya estaba retirado. Creo que Arnoud habría sido un jugador importante en la liga española y el SS Patrie un equipo importante si no hubiera habido la guerra de por medio”. Allí también jugaba otro personaje decisivo en la historia del baloncesto, Fernando Font.
Lo cierto es que a Marcel.lí tampoco le ayudó la guerra ya que la competición nacional se cerró a sus pies durante los 3 años de su duración. Más tarde, otros factores que le condicionarían serían sus obligaciones laborales. En los talleres "Albert Hermanos", donde era encargado, le amenazaron por su petición de acudir con la selección a eventos internacionales y faltar al trabajo. Marcelí no llegó a disputar ningún Mundial ni Europeo. “En una ocasión llegaron a enviar a un representante del régimen para obligar al dueño de mi fábrica a que me dejara jugar algunos partidos amistosos internacionales y claro, aceptó. Pero cuando marchó me me dijeron enfadados que si lo volvían a enviar acabarían despidiéndome. De todas formas, también jugaba en la posición de Fernando Font y yo creo que eso a él siempre le incomodó e hizo que no cuajara una gran relación entre nosotros. Él, que fue seleccionar, optó por luego no llevarme. En el fondo me hacía un favor porque yo necesitaba el trabajo y la posibilidad de poder ir a jugar me tentaba mucho”.

En Ginebra, después de que años atras la selección se alzara con una medalla de plata, jugó un torneo con la selección catalana. Allí le dio una paliza por 28 a 11 al Urania Geneva Sport. Entonces Suiza era una de las potencias en baloncesto de Europa. Según una edición del Mundo Deportivo, el delegado equipo subcampeón suizo dijo que jugaron mucho "más rápido, ágil y con más coraje" que el combinado español que participó en aquel histórico primer Europeo de 1935 en el que España fue plata. Sobre Maneja el entrenador suizo Luciri aseveró que "era algo increíble". Explica Jorge Fabra en aquella crónica que la gente se levantaba de los asientos aplaudiendo por el buen juego del combinado que lideraba el bueno de Marcel.lí que no salió de inicio y revolucionó el partido. En otro partido, en Bruselas, volvió a exhibirse y el diario belga “Les Sports” no dudó en tildarlo como "El pequeño Globetrotter".

Otra situación que le privó de haber exhibido más su juego fue no fichar por otro grande de la época después de dejar el Español en 1943, donde 3 años antes había sido campeón. El Barcelona ya le había intentado fichar anteriormente y esta vez volvió a no entenderse con él, ni él con ellos. Eran otros tiempos. Marcel.lí se decidió por un club vecino: el Centre Católic de Hospitalet. “El Barcelona estaba interesado en mí pero se pusieron en contacto tarde. En el Catòlic insistieron mucho. Vino a convencerme el cura, el presidente y mi antiguo profesor de la escuela. Me acababa de casar, así que les dije que si me pagaban el dormitorio fichaba por ellos. Y así fue”. Marcel.lí se quedó tres años y aunque compitió entre los mejores, el Barcelona fue quién reinó en esos años.
En 1946 por fin vuelve a fichar por un club de mucho futuro, un tal Joventut de Badalona, donde formaría una tripleta letal junto a Andreu Oller y Eduardo Kucharski pocos años después. El 'Huracán verde' les llamarían por su forma rápida y atractiva de jugar ¿les suena? Junto a ellos el pequeño Maneja tumbaría al Real Madrid contrapronóstico, como pueden ver en el fragmento del vídeo que les he insertado y que montó mi compañero Dani Marzo y Shakira Bagan. Fue en la final de Burgos del 48. El resultado final se congeló en 41 a 32 con 12 tantos de Maneja “aunque a mí me gustaba más dar asistencias que anotar” confiesa.
En el 53, coincidiendo con su último año, se hizo con un nuevo campeonato. No obstante, ‘La Flecha’ ya estaba muy limitada con un menisco fracturado. Estaba a punto de cumplir 32 años. “Fue bonito despedirme ganando un título con el Joventut. Luego, el club ha seguido portándose muy bien conmigo. Les estoy muy agradecido. Las Federaciones Española y Catalana también me reconocieron en su momento. Tengo una medalla al mérito deportivo. Antes de morirse, Franco me envió una carta felicitándome por mi carrera pero ya no existe, la rompimos”. Ciscu, su hijo, le mira con complicidad.

Marcel.lí, es usted un jugón y ¿sabe qué? A sus 93 años sigue sin poder disimularlo.